La idea de este cómic es sencilla: un joven cosmopolita, que encarna con tintes autobiográficos (como pone de manifiesto cierto cameo masivo) un dibujante de historietas, decide abandonar la gran urbe parisina para irse a vivir al campo. Así, alquilan en plena zona rural un viejo caserón en el que se disponen a pasar, en principio, un año.
Enfocado de un modo cronológico, y siguiendo el formato de las tiras cómicas dominicales que han popularizado otras historietas como Calvin y Hobbes, el cómic nos muestra el traslado de la joven pareja al caserón, cómo van conociendo a sus vecinos, las visitas de los colegas de París y, finalmente, cómo encaran el crudo invierno. Las anécdotas, lejos de agotarse rápidamente en los tópicos del encuentro (o desencuentro) entre cosmopolitas y rústicos, parecen crecer hacia el infinito gracias al ingenio de Larcenet y Ferris.
Con momentos totalmente surrealistas, las chistes y la situaciones de este cómic se devoran con avidez. La magia del dibujo de Larcenet convierte a esos personajes de trazos simples que nos presenta en auténticos entes inolvidables; memorables son la vieja siniestra con su sempiterno chacun fait ce qu’il veut (cada uno hace lo que quiere) o el vecino que siempre está allí como por arte de magia (vieja obsesión sobre la intimidad de los que siempre han vivido en ciudades).
Un dibujo personal y fabulosamente efectivo que individua sin aspavientos a los personajes en cualquier situación o con cualquier estado de ánimo, un guión ágil, bien distribuido en pequeñas situaciones encadenadas del tamaño de una tira cómica dominical y que forman en conjunto una historia entrañable y a la vez divertida.
Publicado en España por Bang Ediciones
(*) Vía ociojoven.com